El valor agregado: la gran “deuda” latinoamericana

El dinero lleva en la humanidad miles de años, pero el de tipo fiduciario solo lo hace en la historia reciente, y con cuestionamientos profundos sobre su filosofía tras su verdadero valor.

Un tema de discusión que se ha mantenido en el ámbito público, es la pregunta de qué nos hace falta a los latinoamericanos para acercarnos a los estándares de ingresos y calidad de vida de los países más desarrollados. Si bien esta es una discusión muy compleja y claramente no tiene una sola respuesta, hoy abordaremos una de las principales diferencias entre los países de primer mundo y otros lugares como nuestra región latinoamericana, y esto es el valor agregado que generamos como sociedad sobre lo que exportamos y le entregamos al mundo.

Entrando en detalle…

Algo que tienen en común las naciones latinoamericanas, es que sus economías tienen como principal fuente de ingreso la extracción, cultivo o producción de materias primas, ya sea petróleo como Venezuela y México; cobre como Perú y Chile, o los productos agrícolas como Argentina y Colombia, todos estos tienen en común que su producción agrega poco valor, más allá de extraer el producto de su origen, empaquetarlo y enviarlo a otro país.

Llevándolo a la realidad

Para hacerlo más tangible, seguiremos la industria del café. El café es uno de los productos mas consumidos en el mundo, y por volumen de ventas uno de los más grandes. Si nos encontramos en Nueva York, un café puede costar, dependiendo del tipo y los añadidos, entre 4 y 8 dólares, la pregunta entonces sería: de esos 6 dólares en promedio, ¿cuántos terminan en el bolsillo del productor? La respuesta es que entre un 3% y un 5%, dependiendo de la procedencia. Por lo que la siguiente línea a pensar es, a dónde va el resto de las ganancias.

Si bien la primera intuición nos lleva a pensar que, en este mundo de negocios despiadados, unos cuantos hombres de traje están robando o aprovechándose de los caficultores, la realidad es que no. En la práctica, tiene una explicación y es que, de toda la cadena de producción, la parte que lleva menor valor agregado, menor inversión y menos especialización es el proceso productivo inicial.

Una vez el producto sale de las áreas cafeteras, este es transportado, se realiza un trabajo de mercadeo para que la gente esté interesada, se realiza la ubicación del local en lugares estratégicos, lo que conlleva un precio, se trabaja en la presentación de los productos, se invierte dinero en capacitación e imagen del lugar y un número innombrable de tareas que pasan de tener el grano de café en algún lugar de Latinoamérica, a una taza en Nueva York.

Los resultados

Si bien el ejemplo es con el café, sucede lo mismo con los otros productos que mencionamos al inicio, y todos tienen algo en común y es que salen de nuestras naciones sin sumarle mayor valor que el de producirlo y ponerlo en un barco de carga. Por lo tanto, cuando nuestras principales fuentes de ingresos son productos que son fácilmente reemplazables por otro país de escasos recursos, y no hay una gran diferenciación de lo que nosotros podemos entregar, siempre estaremos en el eslabón de la cadena que menos ingresos se lleva al bolsillo. 

¿qué podemos hacer?

Es importante estructurar la sociedad orientada a generar servicios o productos que el mundo entero valore, que sean diferenciadores y nos permitan capturar mejores ingresos. De hecho, en la región ya tenemos algunos esbozos de éxito orientado hacia este estilo como lo podría ser Mercado Libre en el mundo de ventas online, Cornershop recientemente comprada por Uber, o la Fintech brasilera Nubank, por nombrar algunas, que logran sobresalir en los países de mayor desarrollo a base de ideas innovadoras y que una gran masa de personas valora. 

Compartir en:

LinkedIn
Twitter
Facebook
WhatsApp
Email

Compartir en:

LinkedIn
Twitter
Facebook
WhatsApp
Email